Aunque ya llevaba cobrando un protagonismo creciente en los últimos años, la situación derivada de la pandemia ha sido el espaldarazo que necesitaba la financiación sostenible para convertirse en una de las reinas de la industria financiera. Junto a la digitalización, la vertiente sostenible se ha erigido como un pilar clave del Fondo de Recuperación Europeo, también conocido como Next Generation EU, sobre el que pivotará la recuperación de la Unión Europea (UE).
Si se tuviera que definir brevemente el concepto, se podría decir que es toda aquella financiación, bien sea de carácter privado o público, que se destina a costear proyectos que tienen como misión principal llevar a cabo objetivos sostenibles y socialmente responsables.
Crecimiento global sostenido
En los últimos meses, parece haberse impulsado aún más la financiación sostenible. Como señalan los analistas de la Dirección de Estudios de Banco Sabadell, “el volumen de emisión de deuda con criterios basados en la sostenibilidad medioambiental, social y de buen gobierno corporativo batió récords en 2020, aunque sigue representando una fracción pequeña sobre el total de deuda. La crisis sanitaria incentivó un repunte de la emisión de deuda social, que según datos de Bloomberg registró un aumento interanual del 750%. La deuda sostenible también alcanzó un crecimiento muy elevado, del 68%, al tiempo que la emisión de bonos verdes aumentó un 7%. Por su parte, los bonos ligados a la sostenibilidad (SLB, por sus siglas en inglés) se consolidaron como una nueva tipología de deuda”. Además, indican que “el dinamismo del mercado ESG (Environmental, Social y Governance, por sus siglas en inglés) ha tenido continuidad en la primera mitad de 2021, principalmente impulsado por la emisión de bonos verdes por parte de soberanos europeos, como Alemania o Italia”.
Respecto a los préstamos ESG, desde la Dirección de Estudios de Banco Sabadell, aseguran que el stock creció a tasas superiores al 25% en 2020, dando continuidad al dinamismo de los últimos años, aunque, en 2021, este crecimiento se ha moderado hasta tasas ligeramente superiores al 10%. Los préstamos vinculados a sostenibilidad representan casi el 50% del stock de crédito ESG.
En cuanto a los fondos de inversión, tal y como sentencian desde la Dirección de Estudios de Banco Sabadell, “la demanda de inversión bajo criterios ESG ha crecido rápida y globalmente en los últimos años, pero todavía presenta un elevado potencial”. Los flujos hacia fondos ESG registraron récords en 2020 y el interés inversor se ha mantenido elevado en la primera mitad de 2021. Además, añaden que “casi la mitad de los fondos de inversión en activos ESG se concentra en Europa, pero la inversión en este mercado también está cogiendo tracción en Estados Unidos, sobre todo, después de la victoria de Joe Biden”. De cara al futuro, afirman que el principal reto para el mercado de deuda ESG “es la generación homogénea de datos y de ratings, lo que facilitaría la implementación de ventajas fiscales a la inversión o a la emisión de activos ESG”. En su opinión, la publicación de datos por parte de las empresas “es muy superficial y dificulta el análisis”, y, además, “existe una elevada disparidad en la asignación de ratings”.
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En cualquier caso, la Dirección de Estudios de Banco Sabadell cree que el potencial de crecimiento del mercado de bonos verdes es amplio, ya que la crisis derivada de la COVID-19 “ha reforzado el interés en la sostenibilidad y la mejora de la gobernanza”. Apuntan que “las instituciones públicas probablemente jugarán un papel clave en el desarrollo de este mercado. En ese sentido, la UE ya ha anunciado que emitirá bonos verdes con el objetivo de financiar el 30% del Fondo de Recuperación Europeo. Por su parte, varios países también han manifestado su intención de emitir una mayor cantidad de deuda verde o de estrenarse en este mercado”. Dentro del sector corporativo, desde la Dirección de Estudios de Banco Sabadell comentan que “el mercado aún presenta una elevada concentración en términos sectoriales y por emisores, por lo que hay recorrido de mejora”. En términos de productos, afirman que “es probable que los bonos ligados a la sostenibilidad cobren más protagonismo por la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de incorporarlos a sus programas de compra de activos”, y señalan que “otro instrumento de financiación sostenible con gran potencial son los bonos para la transición, dirigidos a empresas que tienen necesidades de capital para afrontar su transición hacia una actividad más verde”.
El mercado de deuda ESG está creciendo de forma exponencial en un contexto en el que el interés inversor se mantiene elevado
Fuente: Bloomberg. Notas: (i) Datos de 2021 hasta el 12 de julio; (ii) SLB hace referencia a sustainability-linked bonds.
Fuente: IIF. Nota: Datos hasta junio de 2021.
Papel protagonista a nivel global
En 2018, la Comisión Europea adoptó el primer plan de acción sobre finanzas sostenibles, que sirvió como paso previo al desarrollo de un marco normativo a nivel europeo, que ha situado a la región como líder en la financiación sostenible. La taxonomía de actividades económicas sostenibles es el pilar sobre el que se desarrollan el resto de normas. Respecto a la gestión de activos, destaca el Reglamento sobre Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR), que, como señalan desde la Dirección de Estudios de Banco Sabadell, “pretende facilitar la comparabilidad de los productos financieros comercializados como sostenibles y evitar el greenwashing”, es decir, la comercialización como verdes de productos financieros que no contribuyen a la lucha contra el cambio climático. Para lograrlo, establece requerimientos de información a los fabricantes de productos y a los asesores financieros.
Otro de los elementos centrales de este Reglamento es la clasificación de los fondos de inversión según su contribución a la sostenibilidad. Según la Dirección de Estudios de Banco Sabadell, “el SFDR es una pieza clave para cerrar la brecha de datos relativos a la sostenibilidad en los mercados, un tema acuciante para los inversores. Su principal aportación es aumentar la transparencia, lo que favorecerá el desarrollo de las finanzas sostenibles”.
Desde la óptica empresarial, han proliferado distintas iniciativas internacionales, como la Net-Zero Asset Owner, un grupo de inversores institucionales que bajo el paraguas de Naciones Unidas se comprometen a alinear sus carteras de inversión con el Acuerdo de París y a alcanzar emisiones netas cero de gases de efecto invernadero en 2050.
Campañas como #apoyamoslosODS, impulsada por las empresas adheridas al Pacto Mundial de Naciones Unidas, entre las que destaca Banco Sabadell, promueven la alineación de las estrategias corporativas con los ODS logrando un efecto multiplicador y poniendo en valor el compromiso con la Agenda 2030.
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¿Qué aporta la inversión sostenible a una cartera de inversión?
En los últimos años se ha observado un aumento exponencial del uso de los criterios ESG en la definición de las estrategias de inversión. Para la Dirección de Estudios de Banco Sabadell, “se han convertido en una prioridad para la industria de gestión de activos en un contexto en el que los inversores, especialmente los más jóvenes, están cada vez más concienciados y comprometidos con la sostenibilidad”.
Los inversores institucionales como, por ejemplo, fondos de inversión, aseguradoras, planes de pensiones o fondos de riqueza soberana se encuentran entre los que mayor importancia están dando a los criterios ESG en sus decisiones. Desde la Dirección de Estudios de Banco Sabadell indican que “el perfil inversor tiene, normalmente, una orientación mucho más marcada hacia la generación o el mantenimiento de riqueza a largo plazo, lo que comulga bien con la filosofía de la inversión sostenible”. Sin embargo, no existe consenso acerca de los criterios que definen este método de inversión, de forma que, por ejemplo, mientras un inversor evita incluir empresas contaminantes en su cartera, otro puede incluirlas pero alinear el resto de su cartera a los ODS.
En cualquier caso, afirma la Dirección de Estudios de Banco Sabadell, “hay estudios que apuntarían a que la inversión sujeta a criterios ESG puede generar una mayor rentabilidad a largo plazo, así como proporcionar ventajas relacionadas con la diversificación y la reducción de riesgos de la cartera”.
Tendencia positiva en España
Según el Informe Anual elaborado por el Observatorio Español de la Financiación Sostenible (OFISO), la financiación sostenible en España creció en 2020 un 45%, hasta llegar a los 33.026 millones de euros. El grueso de este crecimiento correspondió a la emisión de bonos verdes, sociales y sostenibles, que sumaron 15.024 millones de euros, un 54% más que el año anterior. Además, los préstamos sostenibles aumentaron hasta los 18.002 millones de euros, con una mejora interanual del 38%. El estudio destaca el rol que desempeñaron los bonos sociales, tras multiplicar por seis su valor.
Tanto desde el ámbito público como desde el privado se produjo un incremento destacable en el número de emisiones, como fueron los casos de la Xunta de Galicia, Banco Sabadell o Red Eléctrica de España. Por sectores de actividad, la industria financiera duplicó el volumen emitido con respecto a 2019, concentrando el 43,1% del total, hasta los 6.470 millones de euros.