Las huchas de los hogares españoles aumentaron el pasado año debido a la contención del gasto ante la incertidumbre. La tasa de ahorro registró un histórico 31,1%, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en el segundo trimestre de 2020. Ocurrió durante los meses más duros del confinamiento y el comienzo de la desescalada, cuando el consumo se redujo drásticamente. Esta cifra, que indica el porcentaje de ingresos que no se gastó, bajó sensiblemente hasta situarse en el 4,8% en el tercer trimestre, siendo aún así una cifra elevada y representativa de que hay un dinero reservado y que se puede ahorrar o invertir.
Tradicionalmente, las familias españolas han sido muy conservadoras y han depositado sus ahorros en cuentas. Esto se debe a que este tipo de depósitos ofrecían rentabilidades de alrededor del 5%. Hoy, en cambio, los tipos de interés se sitúan en cero, lo que significa que no producen ningún tipo de rentabilidad y no parece haber intención por parte del Banco Central Europeo (BCE) de subir los tipos, al menos, en el medio plazo. En este contexto y ante el impacto de la inflación se presenta la duda de qué hacer con los ahorros para que estos no solo no pierdan valor, sino que incluso logren rentabilizarse.>
¿Cómo afectan al ahorrador los tipos de interés cero?
Los tipos de interés cero benefician a aquellos que buscan financiación. “Con tipos mucho más bajos estamos ante una situación ventajosa al pedir una hipoteca”, reflexiona Antonio Saiz, director de Oferta de Ahorro e Inversión de Banco Sabadell en el Podcast de Banco Sabadell. Es decir, los préstamos pueden ser más económicos.
Pero esa ventaja se convierte en desventaja cuando se aplica al ahorro. Los instrumentos más tradicionales, como las cuentas corrientes y los depósitos a plazo fijo, ofrecen remuneración cero. “Por lo tanto, el dinero que se tiene en ese tipo de productos no renta nada, ni siquiera para recuperar el efecto de la inflación”, explica Saiz. “Se sale perjudicado porque si se tienen ahora 100 euros en una cuenta corriente, a final de año se seguirán teniendo esos 100 euros, pero no se podrá comprar lo mismo, porque los precios habrán subido”, explica el experto.
El dinero inmovilizado corre el riesgo de tener un valor menor. Dejarlo parado en una cuenta corriente puede significar que la subida de la inflación haga perder en torno a un 30% de poder adquisitivo en 10 años, según cálculos de Enrique Juan de Sentmenat de Soroa, delegado territorial en Baleares de la Asociación Europea de Asesoría y Planificación Financiera en España (EFPA).
En el contexto actual, para lograr que el dinero que se tiene ahorrado gane valor en vez de perderlo, la inversión es una opción. La diferencia entre ser ahorrador y ser inversor radica, según de Sentmenat de Soroa, en los plazos de inversión y en el riesgo que se está dispuesto a asumir: “El ahorrador tiene unos objetivos más centrados en sus necesidades a corto plazo y con un perfil de riesgo muy bajo, en cambio, el inversor mira a más largo plazo, lo que le permite asumir un nivel de riesgo superior, y a larga, obtener rentabilidades más elevadas”, describe. Sin embargo, el entorno de intereses actual ha acercado posiciones entre ambos.
Para acceder a una inversión que tenga cierta rentabilidad, pero que no suponga un gran riesgo, el director de Oferta de Ahorro e Inversión de Banco Sabadell recomienda poner a trabajar el dinero con un horizonte de medio plazo y hacer aportaciones de forma periódica y sistemática. “Dejando que estas inversiones acaben rentando, pero sin prisa”, puntualiza.
Los fondos de inversión: una opción para todos los perfiles
Los fondos de inversión se adaptan a los objetivos de cualquier tipo de ahorrador, por eso se han convertido en la herramienta financiera más versátil. “Hay fondos destinados a inversores con perfiles absolutamente conservadores, que no quieren asumir riesgos y que saben que optan a una rentabilidad baja, pero también los hay para quien quiere la máxima rentabilidad posible sabiendo que va a asumir riesgo”, recuerda Antonio Saiz.
Los fondos de inversión son instrumentos financieros formados por aportaciones de muchos ahorradores que buscan obtener rendimiento a su patrimonio mediante una gestión profesionalizada. En vez de hacerlo cada uno de manera individual, son los gestores los que toman las decisiones de dónde invertir el dinero gracias a su formación especializada y a su conocimiento de los mercados. Al mover gran cantidad de patrimonio, suma de todos los individuales, los inversores se benefician de condiciones más ventajosas, como menores comisiones y gastos.
Según el estudio del Observatorio Inverco, foro de análisis del comportamiento del inversor, el 76% de los partícipes recomendaría a un amigo invertir en un fondo, principalmente por la rentabilidad, la diversificación y porque es un producto regulado y supervisado.
Hay muchas clases de fondos de inversión, pero los más comunes son los de renta variable o fija y los fondos mixtos. Si son del primer tipo, el equipo gestor estudiará qué acciones de compañías conviene adquirir. Si son de renta fija, elegirá principalmente entre diferentes clases de emisiones de deuda; mientras que, si es mixto, invertirá tanto en bolsa como en renta fija, por ejemplo, en emisiones de deuda. Que el fondo gane o pierda dependerá del rendimiento de los activos que lo conforman.
¿Qué cantidad mínima se requiere para empezar a invertir?
Se puede empezar a invertir en fondos con muy poco dinero —hay productos con participaciones a partir de 10 euros— y tienen liquidez total, lo que significa que es posible recuperar la inversión y sus posibles beneficios en el momento que se quiera. También gozan de una buena fiscalidad, ya que es factible traspasar el dinero de un fondo a otro sin tributar: solo se rinde cuentas con Hacienda cuando se vende.
Estos instrumentos, además, están supervisados por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), lo que ofrece seguridad, y son transparentes, ya que sus responsables están obligados a publicar información de manera periódica.
De todos modos, el asesoramiento de un experto es altamente recomendable en el contexto actual de tipos negativos. “En esta situación es muy difícil que una persona sola, sin ir de la mano de profesionales, pueda conseguir una rentabilidad óptima para sus ahorros”, advierte Saiz.