La pandemia de la COVID-19 no ha sido únicamente una crisis sanitaria; también ha provocado un auténtico huracán financiero. Entre los meses de febrero y marzo de 2020, las bolsas cayeron arrastradas por la incertidumbre, lo que provocó una paralización sin precedentes de la economía mundial.
Los inversores y los consumidores han tenido que cambiar sus hábitos para adaptarse a esta nueva situación. La realidad económica ha ido cambiando cada día, y una decisión que se tomó ayer podía no ser válida para el día de hoy.
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Sin embargo, la actual crisis no es muy diferente a las anteriores. El comportamiento de los ahorradores e inversores está siendo muy similar y, en ocasiones, se vuelven a repetir errores del pasado, como vender antes de tiempo las participaciones de los fondos de inversión o dejar buena parte de nuestros ahorros en liquidez, sobre todo con inversores que tienen una estrategia a largo plazo y mediante aportaciones periódicas.
Una estrategia que va en línea de lo que recomienda Federico Servetto, director de Estrategia de Clientes de Banco Sabadell, que cree que para proteger nuestras finanzas en tiempos de inestabilidad hay que seguir una serie de indicadores que alejen la parte emocional y que se basen en lo racional y empírico. Por ejemplo, fijar los objetivos a largo plazo: "La idea es mirar más allá de la volatilidad y adoptar un enfoque racional a largo plazo en nuestras inversiones, ya que la volatilidad es un fenómeno temporal, pero a la vez un compañero de viaje habitual para el inversor en bolsa".
