Las Administraciones llevan meses, desde que estalló la pandemia, ideando respuestas a corto plazo para garantizar el distanciamiento social en espacios públicos, los lugares de trabajo, los desplazamientos... Ahora, es el momento de empezar a configurar estrategias de recuperación a largo plazo para lograr ciudades más sostenibles, inclusivas e inteligentes. Este es el nuevo paradigma urbano que señala la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su último informe ‘Cities Policy Responses’.
Por tanto, nos encontramos inmersos en un contexto de reflexión, en el que las ciudades se replantean cómo ofrecer los servicios, planificar los espacios y reanudar el crecimiento económico. En este sentido, conceptos como ‘economía circular’, ‘Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)’ o ‘Ciudad de los 15 minutos’ cobran especial relevancia. ¿Una ciudad en un barrio? Este último ejemplo propone movernos menos para vivir mejor y, quizás, tras la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 pueda hacerse realidad. De hecho, París ha comenzado ya a implantar este concepto en el que los mercados, los restaurantes, los colegios y los trabajos están ‘a la vuelta de la esquina’. El objetivo no es otro que reducir la contaminación y mejorar la calidad de vida de los habitantes.
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¿Qué lecciones nos deja la actual crisis?
El informe de la OCDE señala diez lecciones fundamentales que hemos aprendido tras estos meses de pandemia y que debemos tener en cuenta a la hora de construir mejores ciudades en el futuro:
- La COVID-19 tuvo efectos asimétricos según los territorios, pero algunas respuestas políticas fueron insuficientes y sin efecto. De esta manera, es necesario adoptar enfoques basados en el lugar y centrados en las personas.
- La recuperación de las ciudades depende de la composición industrial, la desintegración del mercado laboral y la apertura comercial.
- Estos meses han supuesto el redescubrimiento de la proximidad, que debe verse como una oportunidad para lograr el objetivo de pasar de aumentar la movilidad a mejorar la accesibilidad. Hay que tener en cuenta la revisión del espacio público y el diseño y la planificación urbanística.
- La desigualdad también quedó en evidencia durante la pandemia, especialmente en grandes ciudades. Los grupos más vulnerables fueron también los que se vieron más afectados.
- Los problemas de salud no están relacionados con la densidad urbana, sino con la calidad de la urbanización.
- La digitalización seguirá siendo un componente clave de la ‘nueva normalidad’, aunque la capacidad de teletrabajo varía entre los diferentes países y también dentro de ellos.
- El ‘Efecto Zoom’ (de la aplicación de videoconferencias, que antes de la pandemia tenía unos 10 millones de usuarios diarios, en su mayoría empresas, y que ahora registra más de 300 millones de usuarios convencionales) y el ‘Efecto Greta’ (de la activista medioambiental sueca Greta Thunberg) aceleraron la conciencia ambiental, haciendo que la transición hacia una movilidad limpia y una economía circular fuera más aceptable política y socialmente.
- La COVID-19 también tiene efectos sobre los Gobiernos, ya que la confianza de los ciudadanos en ellos puede aumentar o disminuir.
- Mayor atención a que las ciudades sean resilientes. Hay que prepararse para futuras crisis y eso exige gestionar quién hace qué, a qué escala y cómo.
- Los programas mundiales, como la Agenda 2030, la Nueva Agenda Urbana o el Marco de Sendai, son oportunos y pertinentes para remodelar desde la base la planificación, la política, la estrategia y el presupuesto.
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¿Qué tener en cuenta para elegir vivienda?
Infraestructuras de movilidad activa (carriles ‘bici’, zonas peatonales, vehículos eléctricos), mejoras en la seguridad y la accesibilidad al transporte público, ayudas para el transporte de bajas emisiones. Estos conceptos nos dan una idea de cómo será la ciudad del futuro: de proximidad y más compacta, pero, ¿cómo serán los hogares? Tras la experiencia de vivir unos meses de confinamiento, muchas personas recapacitarán más e, incluso, cambiarán su idea a la hora de construir, comprar o alquilar una vivienda. A esto se suma el hecho de que el teletrabajo pueda haber llegado a muchas empresas para implementarse sino permanentemente, de forma parcial.
En este contexto, hay que tener en cuenta también otros factores a la hora de entender cómo será la respuesta de la demanda del mercado inmobiliario, como pueden ser la situación financiera de los compradores, las cifras de empleo, la inversión, etc. Pero, a pesar de ello, sí parece seguro que las necesidades habitacionales han cambiado. ¿Cuáles serán los principales intereses?:
- Espacios exteriores: tras el confinamiento se valora más que la vivienda cuente con espacios al aire libre como jardines, terrazas, balcones o patios.
- Vivienda espaciosa: se posiciona como una prioridad contar con una mayor superficie, más flexible, abierta, diáfana y con posibilidades multiusos. Además, vuelve a entrar el juego el teletrabajo, ya que ahora se buscan viviendas con espacio independiente y dedicado a este uso.
- Luz natural: la iluminación ha sido siempre un factor relevante, pero ahora todavía más, ya que favorece la salud y el bienestar cuando se pasa más tiempo en casa. Por tanto, hay más fijación por la distribución y tamaño de las ventanas y, en definitiva, por la orientación de la vivienda.
- Eficiencia energética y aislamiento acústico: si vamos a pasar más tiempo en el hogar, nos preocupará el ahorro y la disminución de la demanda energética. Por tanto, los electrodomésticos de bajo consumo o el aislamiento térmico serán protagonistas. En este sentido, el correcto diseño de las fachadas es imprescindible.
- Construcción con materiales naturales: elegir viviendas que aboguen por la sostenibilidad. Por ejemplo, mediante pinturas ecológicas respetuosas con el medio ambiente y fabricadas con materiales naturales, libres de tóxicos e inocuos.
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