Capitán Denim: de fabricar vaqueros a mascarillas | EDE
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Capitán Denim: de fabricar vaqueros a mascarillas

Thu Apr 16 17:41:46 CEST 2020

Pese a la crisis, cada vez son más las empresas que, independientemente de su tamaño, deciden poner sus recursos a disposición de la lucha contra la expansión del coronavirus. Hablamos de solidaridad en tiempos complicados con Juan González, director de Capitán Denim, una empresa de Albacete que se ha volcado en ayudar, ahora más que nunca.

Los efectos de la pandemia del coronavirus (COVID-19) han dado lugar a una crisis que va mucho más allá del sector sanitario. En este contexto complicado, marcado por la incertidumbre y las malas noticias, merece la pena destacar las miles de iniciativas ciudadanas y empresariales que han nacido con carácter solidario. Este sería el caso de la empresa de vaqueros Capitán Denim, con sede en Madrigueras (Albacete).

Cuando el Gobierno decretó el estado de alarma el 13 de marzo, la empresa paralizó los envíos a clientes y, aunque dejó abierta la ecommerce de la página web, tuvo que aplicar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE)  a algunos trabajadores. Pese a la delicadeza de la situación, sobre todo teniendo en cuenta que parte de la plantilla es de la misma familia, se comprendió que se trataba de una medida necesaria para mantener la empresa.

Una respuesta rápida al desabastecimiento

Ante las noticias de la falta de material sanitario de prevención, Capitán Denim decidió utilizar sus recursos para fabricar mascarillas. Así lo explica el director de la empresa, Juan González, que reparó en que, pese al cierre, la infraestructura de su compañía podía servir para “echar una mano con la situación”.

“Vimos que había un déficit tremendo de mascarillas en las residencias y centros sanitarios de la zona”, explica González. Entre los tres hermanos copropietarios de la empresa decidieron, tres días después de decretarse el estado de alarma, diseñar un primer prototipo de mascarilla junto a la jefa de patronaje de la empresa.

En un primer momento utilizaron sus tejidos en stock, pero González señala que una de las cosas buenas que tiene trabajar en proximidad es que el proveedor es de Albacete: 

“Aunque tiene la empresa cerrada, cuando hemos necesitado más metros nos ha servido”. Una actitud fruto del trabajo en la proximidad y del mantenimiento de las buenas relaciones con los socios, un aspecto importante a largo plazo y sobre todo en situaciones de crisis.

También ha destacado que este proveedor les ha regalado mucho material, además de las marcas para las que trabajan, que han cedido sus telas: “Ha habido una cadena de solidaridad. Todo eso ayuda”.

Las ventajas del localismo

Gracias a la implantación local de la compañía, enraizada en el tejido empresarial de la zona, el mismo día que Capitán Denim había diseñado su primer prototipo, el alcalde de Madrigueras, Juan Carlos Talavera, se puso en contacto con la empresa para expresar la necesidad de ayuda al no disponer de mascarillas en la residencia, ni en el centro de salud, ni en el ayuntamiento. 

Capitán Denim presentó en el consistorio el prototipo que había diseñado, aunque todavía no sabían “si valían los tejidos” con los que se habían hecho. Sin más dilación, al día siguiente arrancaron la producción con cuatro trabajadoras de la sección de confección y con los retales de algodón que la empresa tenía en stock. El resultado fueron mascarillas no homologadas, pero que permitían una menor carga vírica.

“Empezamos a dar servicio, a donar a las residencias y a todos los pueblos de alrededor. Corrió la voz y nos llamó el Ayuntamiento de Albacete para pedir mascarillas para la policía y el hospital”, relata González. Aunque en el centro médico no las pudieron aceptar por protocolos internos, Capitán Denim donó las restantes a otras residencias y servicios municipales.

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La necesidad de homologar

Tan importante es ayudar como hacerlo bien, es decir, siguiendo los estándares de material sanitario. Al comienzo de la semana del 23 de marzo, la empresa quiso verificar si aquellas mascarillas eran correctas y de qué manera se podían mejorar. “Estábamos con dudas e intentamos hacer nuevos prototipos”, precisa.

Para ello, Capitán Denim usó una capa de poliéster, otra de algodón y una última de celulosa, y mandaron la mascarilla a certificar a la Asociación de Investigación de la Industria Textil de Alcoy. De este certificador obtuvieron una respuesta positiva al cabo de cuatro días. Sus mascarillas fueron certificadas como quirúrgicas de tipo 2 para ser usadas por pacientes y trabajadores sanitarios en planta, aunque no en quirófanos. La voz siguió corriendo y “empezaron a llamar empresas de transporte a las que no les dejaban descargar sin mascarilla”, relata.

Donación y comercialización

Desde el inicio de la crisis hasta principios de abril, la empresa ha fabricado más de 20.000 mascarillas y en la última semana ha incrementado su equipo de cuatro a siete personas, por lo que ahora tiene una capacidad de producción de 2.000 mascarillas diarias. Asimismo, ha inscrito sus servicios en los Ministerios de Industria y Sanidad y en la Agencia Española de Medicamentos.

“Aproximadamente hemos donado la mitad al ámbito sanitario y la otra mitad las hemos comercializado; eso sí, a precio de coste. No hemos querido buscar el lucro”, detalla González. No obstante, ha remarcado que su prioridad son los pedidos que hagan las administraciones para los centros sociosanitarios. Además, la venta posterior de una cantidad de las mascarillas permitirá a la empresa cubrir parte de los sueldos, y “si hay alguna pérdida, pues es lo que hay”, señala.

Constatar la capacidad de reinventarse

“Cuando empezamos no hicimos ni un número. Pensamos que la gente estaba expuesta, en primera línea y sin nada para protegerse y nos pusimos manos a la obra”, explica el empresario. En cuanto a negocio, esta experiencia también les ha demostrado su propia capacidad de reinventarse , una habilidad muy valiosa en tiempos de crisis.

Celebra que “la capacidad del ser humano de reinventarse es lo que les hace tirar para adelante”. Pese a haber tenido que aplicar un ERTE a una parte de la plantilla, aplaude la comprensión mostrada por los trabajadores, acompañada de una gestión empresarial humana que ha hecho que los empleados sean también conscientes de que, en una situación tan crítica, si no se cuida a la empresa, “perdemos todos”.

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