El diagnóstico de personas con cáncer se ha visto reducido por la pandemia y los tratamientos han sido modificados. Ante un escenario como el actual, las empresas dedicadas a la atención y a la protección se han reinventado ofreciendo servicios cada vez más personalizados.
El cáncer de mama es ya el tumor más diagnosticado en el mundo. Y lo es por encima del cáncer de pulmón. En total, en 2020 se diagnosticaron 2,3 millones de casos, según los datos de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. En España, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) estima que se diagnosticaron 32.953 casos de cáncer de mama, siendo este el principal tumor detectado en las mujeres, seguido del cáncer de colon y recto y, con mucha distancia, del de pulmón. Aunque este último ha registrado un importante incremento en los últimos años debido al consumo de tabaco.
Se trata de unas cifras que se prevé que irán en aumento debido al envejecimiento de la población, la exposición a factores de riesgo (como el tabaco, el alcohol, la contaminación o el sedentarismo) y una mayor detección precoz. En este sentido, señalan desde la SEOM que “si los programas de detección precoz son adecuados, deberían conducir a un aumento del número de casos, pero también a una reducción de la mortalidad”.
Pero es justo ahí, en la detección, donde la COVID-19 ha tenido un importante impacto, ya que, como consecuencia de la pandemia, se ha reducido el diagnóstico así como el inicio de nuevos tratamientos en la población con cáncer. En concreto, según la SEOM, una de cada cinco personas con cáncer no ha sido diagnosticada por la pandemia. Y este retraso en la detección supondrá un aumento de casos en el futuro y, además, la llegada al sistema sanitario de tumores avanzados más difíciles de tratar y que comprometan la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes.
Y es que el coronavirus, por un lado, ha tenido un fuerte impacto en el sistema sanitario, que durante los meses más complicados de la pandemia se vio colapsado, y, por otro, el miedo al contagio ha hecho que muchas personas no acudan a los centros sanitarios. En este sentido, desde la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) hacen hincapié en la importancia de concienciar a los pacientes de que no se deben demorar las consultas ni abandonar tratamientos por miedo a la infección por COVID-19.
La importancia de la prevención
Con todo, los expertos aseguran que la prevención sigue siendo clave para superar esta enfermedad y, para ello, es vital contar con una asistencia médica completa, sin esperas y personalizada. Aquí, la atención privada supone una opción interesante y los servicios de telemedicina, así como los seguros de vida, se han adaptado a las nuevas necesidades surgidas tras la pandemia.
Las aseguradoras, por ejemplo, han dado un paso adelante creando productos cada vez más personalizados, que minimicen el impacto económico y psicológico que el proceso oncológico comporta, como es el caso de Life Care Mujer, de Banco Sabadell. En estos casos, además de la prevención y el tratamiento, es importante prestar atención a las afecciones psicológicas y económicas que sufre la paciente durante el proceso oncológico.
“Es decir, es posible que durante la enfermedad la paciente deje de trabajar de manera temporal para centrarse en el tratamiento y que eso afecte a su economía familiar”, explica el doctor Jesús Manuel Blanco. Asimismo, “cabe la posibilidad de que se opte por un tratamiento privado o incluso realizar una operación de estética una vez finalizado el proceso”. Además, explica el doctor, “puede ocurrir que al finalizar el tratamiento, el paciente decida realizar un viaje”.
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En el caso del cáncer de mamá, por ejemplo, la AECC estima que, entre gastos directos, ocultos y pérdida de ingresos por bajas, despidos y reducciones de horarios, el coste de este tumor puede ascender hasta los 42.000 euros. Cerca de 9.200 euros corresponderían a gastos directos como productos farmacéuticos o servicios médicos sanitarios. En concreto, el 96% de las pacientes ha gastado una media de 3.590 euros en gastos médicos como servicios de nutrición, pruebas y consultas en la sanidad privada, servicios de psicología o rehabilitación, entre otros.