Tras el decreto del estado de alarma por la crisis del coronavirus (COVID-19), son muchos los trabajadores que, de la noche a la mañana, han tenido que poner en práctica el teletrabajo, convirtiendo un espacio de su hogar en una oficina.
Aunque el hecho tiene sus cosas buenas y malas, lo cierto es que acumula multitud de ventajas: además de mejorar la conciliación familiar, el teletrabajo permite, por ejemplo, ahorrar en gasolina, en desgaste del vehículo propio y en comidas fuera del domicilio, lo que suma alrededor de 2.500 euros al año. 200 euros cada mes que suponen un verdadero alivio para muchas familias.
Sin embargo, para ello hay que contar con el espacio ideal para llevar a cabo tu labor. El primer paso es valorar tus necesidades: ¿Te hace falta una mesa grande? ¿El ordenador es imprescindible o trabajas con papel? ¿Cuánto tiempo dedicas al día a esa tarea? Esas preguntas determinarán la creación de tu propia oficina en tu hogar.
Un lugar bien iluminado
Sea cual sea tu tarea, una cosa es clara: la luz natural es importante para la salud de tus ojos. Busca, siempre que sea posible, un rincón cerca de la ventana. La mesa ha de colocarse de tal manera que la luz entre por la izquierda, o por la derecha si eres zurdo; evita que proceda de una fuente a tus espaldas, ya que su reflejo puede deslumbrarte.
Tu propio espacio
Crear un lugar en el que nadie te moleste te ayudará a concentrarte y realizar de forma más productiva tu tarea. Para ello, es imprescindible evitar las zonas de paso, como pasillos, y usar trucos para sectorizar tu espacio si tienes que compartir estancia.
En ese sentido, siempre es útil utilizar alfombras, que permiten crear sensación de separación. También puedes optar por pintar las paredes de un tono ligeramente diferente –mejor suave y en azules o verdes, colores que ayudan a la concentración-, o utilizar estores o estanterías para dividir el espacio si, por ejemplo, el lugar elegido es tu habitación y quieres evitar la tentación de procrastinar.
El orden como mantra
El orden es tan importante como la disciplina. Contar con una superficie de trabajo despejada y tener todo lo que necesitas a mano te ayudará a ser más eficiente en tus tareas. Para ello, puedes optar por una librería, estanterías junto al escritorio o en los lados del mismo si el espacio es reducido.
Antes de trabajar, es importante que dediques unos minutos a ordenar tu oficina, tirando papeles que no necesites y archivando, con un etiquetado y clasificado claro, los que podrán ser útiles en un futuro. De este modo serás mucho más productivo.
No renuncies a la comodidad
Sea como sea el tamaño del espacio, hay una máxima intachable: debes encontrarte cómodo. Por ello, es necesario equilibrar funcionalidad y diseño en mesa y silla, los dos elementos principales en cualquier despacho. Busca una silla que te ayude a mantener una buena postura, en especial si excedes las cuatro horas de trabajo diario. Su altura debe ser tal que tus piernas y tu espalda formen un ángulo recto. Además, los antebrazos, los codos y las muñecas deben estar a la misma altura.
Un toque verde
¿Has escuchado alguna vez eso de que existen plantas que absorben las radiaciones y las ondas electromagnéticas? Es totalmente cierto, y tener una en tu escritorio que haga las veces de escudo dará, además, un toque verde muy favorecedor.
Del mismo modo, los muebles de madera natural te aportarán buenas energías, según recoge el ‘feng shui’, por lo que optar por ese material se convierte en una suma de ventajas: además, es duradero y combina con casi cualquier espacio.
Sumar todos estos elementos con ganas de trabajar convertirán tu rinconcito en la mejor oficina posible, ¡ahora solo queda empezar a producir!
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