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Amortización anticipada: ventajas e inconvenientes

Thu Sep 03 09:29:34 CEST 2020

No siempre puede ser una buena decisión financiera cancelar un préstamo o una hipoteca, y más en la actual coyuntura. El análisis sosegado y el asesoramiento profesional son clave para no equivocarse entre las alternativas existentes.

Pueden existir muchos motivos por los que desear amortizar un préstamo de manera anticipada, como, por ejemplo: haber sido remunerados con un bono económico en el trabajo, porque se ha resultado agraciado con un premio en la lotería, como consecuencia de haber ahorrado durante un tiempo o, simplemente, porque se ha recibido una herencia. Sea por la razón que fuera, y a pesar de que se cuente con una liquidez suficiente como para amortizarlo, puede que, desde el punto de vista financiero, no resulte el momento apropiado para hacerlo, ya que podría estar generando un coste de oportunidad que impide utilizar ese dinero para otros cometidos, como invertir, y que sería susceptible de llegar a generar una rentabilidad mayor que los intereses que se ahorran por la amortización temprana del préstamo.

En una coyuntura como la actual, de crisis económica y volatilidad en los mercados, es posible que surjan oportunidades en Bolsa relevantes pensando en el largo plazo, ya que hay acciones de compañías que pueden estar a precios que, por su análisis fundamental y potencial de revalorización, pueden considerarse económicos. Además de la opción de mejorar los beneficios, una situación de incertidumbre también puede ser el momento idóneo para replantearse la confección de la cartera de inversión, dado que por ejemplo, al estar muchos productos de renta fija (bonos, letras del tesoro, obligaciones) ofreciendo poco interés, quizá darle mayor peso a la renta variable puede ser pertinente. En todo caso, la mejor decisión es siempre recurrir al asesoramiento profesional para evitar realizar movimientos a la ligera de los que más adelante el ahorrador pueda arrepentirse.

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Amortización parcial o amortización total

Existen dos clases de amortización de un préstamo: parcial o total. La parcial consiste en la devolución de parte del montante de dinero pendiente por parte del prestatario, durante algún momento de la vigencia del contrato de préstamo. De este modo, se reduce la cuantía del principal que queda por abonar, y, con ello, la base del cálculo de los intereses a devengar en los periodos de liquidación futuros. Con ello, se pretende, o bien acortar los próximos plazos de pago, o reducir las cuotas periódicas, lo que, en definitiva, permitirá generar un mayor ahorro para que el prestatario pueda destinarlo a otros fines. Antes de optar por llevar a cabo una amortización parcial, es importante analizar la cantidad pendiente que queda por devolver y conocer si existe alguna clase de comisión por amortización anticipada.

Por su parte, mediante la amortización total se cancela de manera anticipada el préstamo, eliminando, por lo tanto, todos los intereses que queden pendientes de abonar de acuerdo a los plazos estipulados. Es probable que, en este caso, haya que pagar alguna comisión por esta clase de amortización, aunque, de acuerdo a la ley, no podrá en ningún caso superar el 1% del capital pendiente cuando quede, al menos, un año de contrato, o del 0,5% si queda menos de ese tiempo para el vencimiento. En cualquier caso, lo más probable es que mediante ella se ahorre más capital que en el caso de la parcial.

Los préstamos, habitualmente, son concedidos por los bancos, y están garantizados con un derecho real de garantía inscrito a favor del prestamista en el Registro de la Propiedad correspondiente. La cancelación de la inscripción registral, en este caso, precisa de una escritura pública otorgada ante notario por el prestamista para poder acceder al Registro.

Cuándo es el mejor momento para realizar una amortización

Por regla general, el momento idóneo para amortizar un préstamo o una hipoteca es cuando se tiene ahorrado un capital que, en principio, no se va a necesitar, aunque siempre se puede decidir darle otro uso, no solo desde el punto de vista inversor, sino, por ejemplo, creando (o ampliando) un fondo de emergencia o de contingencia, aumentando las aportaciones periódicas al plan de pensiones o, simplemente, gastándolo en algo que se necesite, como una reparación en el hogar o el pago de otra deuda.

Existen ocasiones en las que no resulta rentable amortizar un préstamo, como cuando no hay apenas comisiones ni intereses (TAE cercano al 0%), dado que, en principio, no se logra ningún beneficio financiero, más allá de la tranquilidad personal del prestatario. Este tipo de préstamos son más o menos habituales, por ejemplo, en determinados créditos al consumo o, también, cuando tienen lugar entre particulares (como familiares o amigos) en que, en principio, no existe un aparente ánimo de lucro.

Amortizar una hipoteca

En el caso específico de las hipotecas, en España se suele pagar al comienzo un porcentaje mayor de intereses, mientras que al final del préstamo es cuando se abona una proporción mayor de capital. En este sentido, una decisión prudente parece ser la de amortizar cuanto antes la hipoteca para tener que pagar menos intereses, aunque, de nuevo, antes de tomar la iniciativa en este sentido conviene recurrir a la ayuda profesional para que se evalúe si, realmente, es una decisión financiera adecuada.

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En líneas generales, pueden existir tres alternativas posibles antes de amortizar una hipoteca. Una opción es, como se ha dicho, destinar ese dinero a aumentar el portfolio de inversiones, teniendo en cuenta que, durante estos meses, los mercados están sumidos en una gran volatilidad, lo que aconseja prudencia si se pretende rentabilizar ese dinero pensando en el largo plazo para, por ejemplo, garantizar la tranquilidad durante la vejez. Dado que los productos de renta fija carecen de los tipos de hace unos años, hay que tomar más riesgo en la renta variable si se quiere lograr beneficios, lo que exige más información y análisis antes de llevar a cabo ninguna acción.

Otra posibilidad es la de desgravar la hipoteca en la declaración de IRPF, aunque, en este caso, el momento en que se suscribió es muy importante. Si la hipoteca se concretó antes del 1 de enero de 2013 y es para vivienda habitual, es posible desgravarse un 15% de lo que se pague anualmente sobre un máximo de 9.040 euros. Si se suscribió con posterioridad a esa fecha, no es posible desgravar nada.

Finalmente, la opción de guardar el dinero para imprevistos, por ejemplo, en una cuenta corriente, de cara a gastos potenciales no previstos, puede no ser una mala idea, si se tiene en cuenta que, también, se dispondrá de mayor liquidez para posibles oportunidades de inversión que puedan surgir en el futuro, aunque, eso sí, hay que contar con que el pago de la hipoteca y de los intereses seguirán ahí, pendientes de satisfacerse.

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