El mundo se está volviendo smart, y con él, nuestros hogares. La domótica comienza a inundar las viviendas de gadgets y dispositivos inteligentes que permiten, entre otras cosas, reducir el consumo de energía. Y, por consiguiente, el gasto a final de mes.
Las razones están claras: según datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2017 casi un tercio del gasto medio de los hogares españoles se destinó a pagar la vivienda, el agua, la electricidad, el gas y otros combustibles. Entran en juego, también, la conciencia ecológica y la comodidad: a través de dispositivos y apps, es posible automatizar muchas acciones que antes se hacían manualmente. Y controlar de forma muy sencilla todos los gastos.
El ahorro comienza con la climatización
Gran parte del gasto anual en energía en las viviendas se va en los sistemas de calefacción y aire acondicionado. Al introducir la domótica, hay que tener en cuenta que los sistemas más inteligentes son aquellos que permiten aprovechar el calor natural, como por ejemplo las persianas inteligentes.
Estas pueden programarse para que suban cuando salga el sol y bajen cuando llegue la noche, para aprovechar las horas de luz y ahorrar en calefacción. Los sistemas domóticos para persianas como el de DIO permiten, además, controlarlas de forma remota a través del teléfono móvil.
Una vez garantizado que se va a aprovechar al máximo el calor natural, toca mantener la temperatura a niveles óptimos. Es aquí donde entran en juego los sistemas de termostatos programables e inteligentes. Normalmente, parten de acciones básicas como reducir la temperatura cuando nos acostamos y aumentarla por la mañana, antes de que empecemos nuestra actividad. Sin embargo, algunos termostatos inteligentes como Nest Thermostat E analizan nuestros horarios e incluso detectan cuando no hay nadie en casa para bajar la temperatura.
En algunas regiones de España cobran también especial importancia los sistemas de aire acondicionado. Además de los aparatos programables, en los últimos años hemos visto aparecer dispositivos de control climático como Ambi Climate 2. Se trata de una estación de medición que analiza la temperatura, la humedad y la luz solar de una estancia mediante sensores.
Gracias a la inteligencia artificial, relaciona estos datos con la hora del día y el tipo de clima y genera un tipo de climatización personalizado. Por último, envía órdenes al aparato de aire acondicionado (es compatible con más de 1.200 modelos). Este dispositivo puede controlarse desde el teléfono móvil y, aseguran, consigue ahorrar hasta un 30% en energía.
Siguiente paso: la electricidad
Evitar dejar los aparatos en stand by o utilizar bombillas de bajo consumo mejora notablemente el ahorro en electricidad. Pero todavía hay mucho margen de mejora que puede conseguirse gracias a dispositivos inteligentes y, sobre todo, a apps que indican en qué, cómo y por qué estamos gastando.
Una de ellas es Ahorra en luz. Precio luz hora, una aplicación que muestra el precio del kilovatio a cada hora del día. De esta forma es posible organizarse y planificar el uso de los electrodomésticos en el momento en que resulta más barato.
Están también los sistemas de iluminación inteligentes como Philips Hue, que pueden controlarse desde el teléfono móvil o asistentes virtuales como Alexa o Google Home. Algunos cuentan, asimismo, con sistemas de detección de movimiento, de forma que las luces de una habitación se encienden cuando entra alguien y se apagan justo después de que abandone la estancia.
Otra solución son los enchufes domóticos, que permiten programar el encendido y apagado de los equipos o recibir alertas en caso de que algo vaya mal y esté generando un consumo excesivo. O sistemas de monitorización de consumo, pequeños dispositivos que analizan en qué se gasta en el hogar.
Controlar el consumo de agua
Aunque no supone el mayor gasto en una vivienda, el ahorro de agua también puede notarse a fin de mes. Y supone, además, un punto importante para aquellos más comprometidos con el medioambiente.
Una manera efectiva de reducir considerablemente el consumo de agua es introducir sensores que detectan averías, fugas o roturas en tuberías, grifos y electrodomésticos. Grohe Sense, por ejemplo, envía señales al teléfono móvil cuando detecta un problema. Además, analiza el consumo de agua del hogar y facilita datos que contribuyen a mejorar su uso. Otra solución se basa en introducir electrodomésticos como lavavajillas o lavadoras que, además de consumir poca electricidad, usen menos litros de agua por lavado.
Todos estos dispositivos y apps facilitan las tareas del hogar a la vez que favorecen el ahorro de energía. Sin embargo, su uso puede ir más allá: nos permiten entender en qué y por qué se produce más gasto. Es gracias a esta información que podemos cambiar algunos hábitos para conseguir, de verdad, ser más eficientes energéticamente.